La gente de la revista alba, mucho antes de que yo llegara allí, quería entrevistar a Tomás González. María Ignacia Schulz y Jorge Locane buscaron su contacto y, aprovechando una visita planeada de Tomás a Berlín, acordaron un encuentro. O eso creo yo.
De todas maneras, el viaje de Tomás se aplazó, o algo parecido, y la entrevista tuvo que esperar.
Cuando entré a la revista, en 2012, la visita de Tomás a Berlín ya estaba confirmada. Y la entrevista también. María Ignacia ya había hablado con él y preparado todo; ella y él habían acordado que nos encontraríamos un sábado en la mañana, en octubre.
María Ignacia y yo timbramos donde Tomás y salimos a caminar. Paramos en un restaurante cualquiera, frente al lago Halen, para un desayuno largo y tranquilo. Allí charlamos casi toda la mañana y yo tomé las fotos.
Tiempo después, hicimos varias versiones de la entrevista y, en algún punto, llegamos a una que nos gustó. Allí algunos libros tenían más aire y él decía cosas que no le habíamos leído en ninguna otra entrevista:
Entrevista a Tomás González. Octubre 20 de 2012
Pero tuvimos que acortar la entrevista por razones de espacio. Además, a veces era documental, conversacional. La entrevista era parte de un dossier que incluía nuevos poemas de él (o nuevas versiones de poemas viejos) y, además, todo iba a ser traducido por Karina Theurer (quien luego participó en la traducción de Manglares al alemán):
Es imposible inventar cosas nuevas [en español]
Es ist unmöglich, Neues zu erfinden [auf Deutsch]
Nos alegró el resultado y, desde entonces, hay un lazo entre las personas involucradas. Ya olvidé quién sugirió el título. Creo que fue Johanna.
Gracias a Tomás González, por su disposición. Al equipo actual de alba, que autorizó la publicación de la entrevista, y al equipo de entonces, que participó en la redacción. A María Ignacia, por el trabajo, las preguntas y las lecturas. A Jorge Locane y a Johanna Schwering, que leyeron y mejoraron varias versiones de la entrevista. A Karina, por la traducción.