Un ejemplo que ya se ha vuelto recurrente:
Hace diez años una novia (Talia, heavy water) me regaló un libro. Y en la dedicatoria usó una palabra que desde entonces sólo uso para momentos bonitos.
La dedicatoria empieza así:
“Este libro resulta después de seis meses…” (La dedicatoria está en Bogotá, lejos, y recuerdo la tinta y la posición en la página. Azul claro, arriba y a la izquierda)
Al leerlo, el verbo “resultar” me encantó: me pareció acertado y elocuente. Hoy le escribo a una prima que vive lejos (Diana, Robert): "resulté en esta canción y pensé en ti". La quiero mucho.
Uso el verbo “resultar” sólo para personas importantes.
(Uno podría hacer una lista con todas las dedicatorias bonitas que ha dado y recibido.)